if you interested in this image please contact me. This image may not be used in any way without prior permission © All rights reserved Tochimilco, lugar donde las ofrendas tienen otro sentido Tochimilco. Aquí, en este municipio, un enorme letrero anunció la llegada de los fieles difuntos: “decían los antiguos: cuando morían los hombres no perecían, por el contrario, de nuevo comenzaban a vivir, casi despertando de un sueño”, palabras de Fray Bernandino de Sahagún al referirse a las tradiciones del culto a los muertos del pueblo mexicano. Y esta comunidad náhuatl logra en 48 horas, y con base en el calendario agrícola, un sincretismo entre la muerte y el final del ciclo del maíz. Y la combinación de ambos aspectos describe la festividad de los últimos días de octubre y los dos primeros de noviembre. “Las mazorcas y las calacas reiteran de alguna manera el homenaje a la muerte, que sigue acompañado de ofrendas llenas de comida, donde la base es el mismo grano”, platicó entusiasmado Martín, uno de los muchos que abrieron las puertas de su casa para mostrar el arte dedicado a los suyos. En Tochimilco esta fiesta es parte de las costumbres de esta comunidad que inicia un mes antes con los rezos y repiques de las campanas por las madrugadas en la iglesia central y capillas del pueblo, venerando a la imagen de las ánimas. “Esta área de tierra cercana al volcán Popocatepetl aporta gran riqueza cultural, durante la conmemoración de los fieles difuntos; las ofrendas aún conservan la antigua forma artesanal, el revestimiento de la estructura se hace exclusivamente con papel picado, papel de colores y cartoncillo”, explicaron autoridades locales. Las familias pasan largas horas trabajando en el altar. “Muchos de ellos son considerados verdaderas obras de arte porque reflejan el esfuerzo y creatividad de la gente en ofrecimiento de su familiar difunto”. A diferencia de otros lugares del estado, en Tochimilco particularmente la estructura de la ofrenda tiene su propia representación. “El altar es escalonado, según la creencia, para que por ahí pise y llegue el familiar fallecido. Y por otro lado, hay la que está dividida en tres niveles que representan la tierra, el purgatorio y el cielo”. Las ofrendas generalmente se colocan en lugares donde hay espacio grande, el cual debe ser barrido, un día antes de la fecha marcada, con hierbas aromáticas en dirección de los cuatro vientos. “Los olores de los alimentos, las flores, las ceras encendidas, el incienso y el copal, al mezclarse, producen un aroma inigualable, muy característico de esta actividad mexicana, con el toque característico de la creencia de Tochimilco”. Los escalones son forrados y adornados porque tienen un significado especial, incluso deben contener ciertos objetos en específico: la foto del santo o virgen de la devoción, sal para los niños del purgatorio, pan de muerto que es hecho por los parientes del difunto, ya que es una consagración, comida y fruta preferidas del difunto, un retrato del familiar y finalmente una cruz o rosario. Además en las ofrendas quedan colocadas cuatro veladoras prendidas formando una cruz orientada a los cuatro puntos cardinales. Los elementos indispensables de un altar son, por ejemplo, cadenas de papel morado y amarillo que significan la unión entre la vida y la muerte, pliegos picados que ofrecen coloridos y alegría de vivir, las flores son la bienvenida para el alma: la blanca representa el cielo, la amarilla a la tierra y la morada el luto, velas que con sus llamas magnifican la ascensión del espíritu y la luz que guía del camino, el lienzo blanco y nuevo de la pureza y el cielo, el alma sola del cirio, el incienso de copal, cuyo humo simboliza el paso de la vida a la muerte. MIGUEL ÁNGEL DOMÍNGUEZ RÍOS www.lajornadadeoriente.com.mx/2009/10/30/puebla/atl115.php