Dicen que por las noches no mas se le iba en puro llorar, dicen que no comía no mas se le iba en puro tomar; juran que el mismo cielo se estremecía al oír su llanto Cómo sufrió por ella, que hasta en su muerte la fué llamando: ay, ay, ay, ay, cantaba, ay, ay, ay, ay, gemía, ay, ay, ay, ay, lloraba, de pasión mortal, moría. Que una paloma triste muy de mañana le va a cantar a la casita sola con las puertitas de par en par; juran que esa paloma no es otra cosa mas que su alma, que todavía la espera a que regrese la desdichada. Cucurrucucú, paloma, cucurrucucú, no llores. Las piedras jamás, paloma qué van a saber de amores. Cucurrucucú, cucurrucucú, cucurrucucú, paloma ya no le llores. Letra: Tomás Méndez