El Popocatépetl, con aproximadamente 730 mil años de edad, ha gozado desde épocas prehispánicas, coloniales y contemporáneas de una importancia tal para las sociedades que con él han convivido, que lo han convertido en fuente de inspiración de historias, a veces increíbles. El Popocatépetl con sus 5,452 metros de altura, es un volcán activo: de hecho, su nombre en náhuatl significa cerro que humea. Es una montaña sagrada, tanto para los nahoas, que se instalaron en su ladera occidental desde el siglo XII, a quien dedicaban el mes teotleco y a quien reverenciaban con cerros hechos de amaranto. El Popocatépetl se encuentra en los límites del estado de México, Morelos y Puebla es considerado un estrato volcán con una petrología hiperstena-andesita con 16 erupciones registradas, es el volcán más alto de la República Mexicana. A pesar del transcurrir de los años, los mitos y las leyendas perduran y algunas se han ido modificando. Creencias prehispánicas En la cultura tolteca (en 1347), el Popocatépetl tuvo por nombre xalliquehuac (arenales que levantan o vuelan). Los mexicas fueron los que le cambiaron el nombre. En 1519 el Popocatépetl tuvo por nombre popocatzin que significa el gran humeador o el humeadorcito ya que la terminación tzin es diminutivo afectuoso. También se le conoció como atepetolonhuhuetl, cuyo significado es cerro viejo donde brota agua. En los códices antiguos como el mendocino o el florentino se describe al Popocatépetl, como una dualidad entre el día y la noche, él era considerado la noche y el humo. Este concepto esta relacionado inevitablemente a las creencias sobre el Iztaccihuátl o mujer dormida. También en la prehispanidad, los volcanes eran considerados titanes. Creencias actuales Aunque no se conoce exactamente el origen de su nombre o apodo el Popocatépetl rebautizado se le ha llamado Gregorio que de acuerdo con Gutierre Tibon, significa guardián vigilante. También se le ha llamado chino Gregorio, por las fumarolas que se enroscan como una forma de chinos. Los lugareños dicen: sabemos de que humor amanece Don Goyito, si esta triste o enojado eso lo sabemos según las fumarolas. Antonio Analco, tiempero considerado como sacerdote dice: la gente debe permanecer en el pueblo porque Don Gregorio chino Popocatépetl, le ha revelado que nada pasara y que si Dios ordena, al volcán hacer erupción por su conducto avisara a los habitantes. En sus últimas apariciones se ha quejado de dolor de pies por la quemazón y deforestación de los bosques. Las fumarolas son contra los japoneses ya que Salinas les vendió el volcán. Los miembros de la región espiritualista del Popo dice: los guías, sus videntes, han dicho que nada va a pasar porque los ángeles están protegiendo al Popocatépetl contra el diablo que lo quiere hacer estallar para que la gente sufra pero como nadie puede contra Jesús el volcán no hará erupción. Por otra parte, los habitantes de Paso de Cortés, relatan la aparición constante de ovnis que entran y salen de Popocatépetl. Luces y relámpagos que aparecen sobre el cráter, antorchas de luces en la cima, como si fueran árboles de navidad que se prenden y poco a poco se apagan. Leyendas Existen muchas leyendas en torno al amor imposible entre Iztaccihuátl y Popocatépetl. Las dos más conocidas: Hace ya miles de años, Iztaccihuátl fue la princesa mas parecida a una flor. Que de, la tribu de los viejos caciques del más gentil capitán se enamoro. El padre augustamente abrió los labios y díjole al capitán seductor que si tornaba un día con la cabeza del cacique enemigo clavada en su lanzón encontraría preparados, a un tiempo, el festín del triunfo y el lecho de su amor. Y Popocatépetl fuese a la guerra con esa esperanza en el corazón: domo las rebeldías de las selvas obstinadas, el motín de los riscos, contra su paso vencedor, la osadía desempeñada de los torrentes, la asechanza de los pantanos en traición; y contra cientos y cientos de soldados por años de años combatió. Al fin torno a la tribu y la cabeza del cacique enemigo en su lanzón sangraba. Hallo el festín de su triunfo preparado pero no así el lecho de su amor en vez de lecho, encontró el túmulo en que su novia dormida bajo el sol, esperaba en su frente el póstumo beso de la boca que nunca en su vida la beso. Y Popocatépetl quebró en su rodilla el haz de las flechas; y, en una sorda voz, conjuro las sombras de sus antepasados, contra las crueldades de su imposible Dios. En la vida suya, muy suya porque contra la muerte la gano, tenia la riqueza, el poderío, pero no tenia el amor. Entonces hizo que 20 mil esclavos alzaran un gran túmulo ante el sol; amontonó diez cumbres en una escalinata como de alucinación; tomo en sus brazos a la mujer amada, y el mismo sobre el túmulo la coloco, luego encendió una antorcha y, para siempre, quedóse en pie alumbrando el sarcófago de su dolor. Duerme en paz Iztaccihuátl; nunca los tiempos borraran los perfiles de tu expresión. Vela en paz, Popocatépetl; nunca los huracanes apagaran la antorcha eterna como el amor. Leyenda # 2 Popocatépetl era un azteca, casto, y adorador de lo bello, que se enamoro de la virgen Iztaccihuátl, lo cual era un amor prohibido porque ella era una diosa de la pureza y aquel que pusiera solo sus ojos en ella debía ser castigado por los sacerdotes con la perdida de la vida y su cabeza debería servir de alimento para las fieras. Por eso, Popocatépetl se retiro a su chinampa, para morir victima de su amor, en el silencio y el olvido. Pero al verla muerta sintió desgarrado su corazón, como si una serpiente enroscada en él le mordiera. Fue tal su desesperación, que terminando el cortejo fúnebre, Popocatépetl se lanzo hacia el bello cuerpo anhelado y lo beso infinitamente, con el frenesí de los primeros besos que daban sus labios. El dios de los infiernos, mictlantecutli, al ver la profanación cometida por Popocatépetl, lanzo sobre él su flecha, que hiriéndole mortalmente en la frente, le hizo caer en los pies de Iztaccihuátl, no conforme, quiso apoderarse del pecador para torturarlo eternamente en las llamas, pero solo pudo levantar el cuerpo pues el corazón, que guarda todo lo bueno. Quedo a las plantas de la virgen, entonces, el dios, enfurecido cubrió el cuerpo de la mujer mancillada y el corazón del que la había adorado de nieves, que nunca podrán derretirse. El tiempo, que todo lo borra, ha respetado el cuerpo de Iztaccihuatl, la bella virgen blanca, haciendo la montaña inaccesible para el hombre, y en el corazón de Popocatépetl sigue inextinguible el fuego de la pasión eterna.