El conjunto arquitectónico tiene una unidad en el exterior convertida en fortaleza con sólo dos entradas y en su estructura interna es polifacético; la construcción abarcó casi una manzana, su doble nivel albergó todas las instalaciones antes mencionadas, de estilo sobrio con decoración de pintura al fresco en los corredores llamados ambulatorios y el Domina, que era un lugar donde se rezaba; la decoración prosigue con rosas y otras flores en los escalones del coro alto y en los pasillos. En el ex-convento se encuentran pinturas del siglo XVIII que representan a vírgenes y predicadores de la orden, así, como el nacimiento de Cristo. Aquí se exhiben actualmente artesanías de todo el estado de Puebla, que para efectos geopolíticos y económicos está dividido en siete regiones: 1. Huauchinango -papel amate. 2. Ciudad Serdán -ónix. 3. Teziutlán -penachos y bordados. 4. Cholula -cerámica policroma y pirotecnia. 5. Puebla -cerámica y objetos de talavera. 6. lzúcar de Matamoros -cerámica monocroma. 7. Tehuacán -palma y cestería, además de una amplia exposición de telares, miniaturas, piezas de barro y de cristal usadas en esta ciudad por las familias y en los comercios. LA COCINA merece renglón aparte por tratarse de una de las más bellas que se conservan hasta la fecha y cuyas referencias históricas nos marcan varias intervenciones hasta finalmente producirse lo que a la fecha vemos, es una joya de talavera. En su forma rectangular se encuentran dos tornos de servicio, dos accesos a espacios de apoyo con un área de refrigeración, ambientada por pretiles, alacenas, braseros, lavaderos, pileta, hornos y fogones ocupados por utensilios de cocina como: moleras, atoleras, cazuelas, cucharas, chimoleras, molcajetes y recetas de cocina para deleitarse con la universalmente famosa comida poblana, de la cual se confirma que aquí fue donde se elaboró por primera vez el MOLE POBLANO. En este lugar se fundó el primer JARDIN BOTANICO DE PUEBLA DE LOS ANGELES en 1808 y gracias a los esfuerzos combinados de Don Antonio de la Cal y Bracho, corresponsal del Real Jardín Botánico de Madrid para la Angelópolis, y del criollo José Ignacio Rodríguez de Alconedo, botánico, apotecario y patriota novohispano, farmacéuticos que honraron con su labor nuestra memoria histórica.