Copyright© Jesús Guzmán-Moya This image is protected under International Copyright laws and may not be downloaded, reproduced, copied, transmitted or manipulated without written permission. El convento dominico de Santa Rosa de Lima en la ciudad de Puebla forma parte importante de las casonas y edificios religiosos que consolidaron la bella arquitectura poblana. La fundación de la orden se pierde en los limites del siglo XVII. Cuando en el año de 1697 se albergan las monjas terceras de la orden dominica en este edificio, se contaba con una portería y un amplio locutorio que durante 43 años sirvió de capilla, confesionarios, cratícula y sacristía. Incluía una sala de profundis, dos refectorios, un claustro, una huerta y una amplia cocina. Dentro de las mismas instalaciones se encontraba una enfermería con bótica y artículos para enfermeras y una pequeña capilla anexa a la enfermería; el noviciado con cinco celdas y un oratorio estaba en una de las alas del edificio, y para el resto de las religiosas se tenían tres dormitorios con un total de 25 celdas organizadas alrededor de un claustro de arcos y columnas de cantera con una hermosa fuente del mismo material. Esta orden estuvo al amparo de nobles benefactores quienes lograron que en el año de 1740 las beatas pudieran profesar como religiosas, convirtiéndose este convento en hogar de mártires, santas y vírgenes que no salían de él ni muertas, pues aquí mismo se sepultaban. En 1859, debido a la promulgación de las Leyes de Reforma, suprimen sus funciones y se traslada aquí el hospital de dementes de San Roque, el que posteriormente se incorpora al hospital general a principios del siglo XX. En 1926, en la antigua cocina del convento se formó el museo de cerámica, quedando el resto del claustro para uso público como casa de vecindad. En 1973 se rescató este inmueble en su totalidad para albergar al actual Museo del Estado, completando la difusión del arte popular y como sede de los artesanos afiliados a la Dirección de Artesanías.